jueves, 14 de mayo de 2009

Bolonia, ese gran plan

Ya es mayo, lo que significa que empieza la época de estudio para los universitarios. Y me tengo que acordar del famoso Plan Bolonia, porque es ahora cuando se demuestra qué sistema de enseñanza universitaria es más competitivo.

Se habla mucho del Plan Bolonia en la televisión y los periódicos, pero siempre es de manera rápida, sin que el espectador y el lector comprendan decentemente esta reforma universitaria. No se analiza a fondo.

Todo comienza el 19 de junio de 1999, cuando 29 ministros de Educación de los distintos países europeos firman la Declaración de Bolonia, que recoge los fundamentos del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). El principal objetivo fue crear un Espacio Europeo de Educación Superior competitivo y atractivo para los estudiantes y para los docentes, así como para terceros países. Los elementos primordiales son la unificación de las enseñanzas y la homologación de los títulos.

Pero hay más asuntos que están integrados en este plan de estudios, que tienen sus ventajas y sus inconvenientes.

En primer lugar, hay que destacar la falta de democratización del proceso. Profesores y alumnos protestan continuamente por la falta de debate en el momento de crear este nuevo sistema. Es decir, se quejan porque no han tenido voz en la formación y estructuración del Plan Bolonia, aun siendo los principales actores cuando éste entre en vigor. Ellos se quejan, y yo también me quejo.

A continuación, otro inconveniente es la falta de financiación europea y nacional para llevar a cabo la reforma. Las universidades avisan que no saben qué número de alumnos debe haber por clase. Además, creen que en la actualidad no se dispone de medios ni de infraestructuras suficientes para realizar un seguimiento del trabajo personal del alumno, quienes a su vez se quejan de la falta de becas y la imposición de los prestamos-renta. Son préstamos públicos que están ligados a las rentas futuras de los alumnos. Como alumno que soy, creo que la coyuntura actual no es la ideal para promover este tipo de préstamos.

Pero el apartado negativo que se lleva la palma en el sistema de educación Bolonia es sin duda la mercantilización de la universidad pública. Carlos Fernández Liria, profesor de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid, deja muy clara esta crítica: “Al volcar la financiación pública en proyectos académicos que ya gozan de ‘fuentes externas’ de financiación lo que se hace lisa y llanamente es subvencionar con dinero público actividades empresariales privadas (al tiempo que se ahoga la financiación pública de actividades de interés ciudadano que no sean rentables)”.

Que las universidades públicas se pongan al interés de empresas privadas tiene dos consecuencias claras: la primera, la equiparación práctica del horario estudiantil al de un horario laboral debido al aumento de las horas lectivas para aprobar la cantidad de créditos necesarios; y segundo, la profesionalización del estudiante, es decir, se forman trabajadores a cambio de eliminar el fomento de conocimientos.

Pero como todo, esta reforma educativa tiene ventajas. La primera de ellas, y a su vez la más importante, es la movilidad del estudiante por Europa con el diploma bajo el brazo. La homologación de los títulos universitarios para todo el continente europeo permitirá a los estudiantes españoles poder trabajar en cualquier país firmante del Plan Bolonia sin ningún tipo de problema por invalidez del título universitario obtenido.

La segunda, y última, ventaja es la equiparación de los planes de estudio en los países europeos. Esto facilitará la adaptación a los universitarios que consigan una beca Erasmus e igualará, la competitividad y la formación de todos los alumnos universitarios del continente.

Espero, por el fututo de mi país y de mis descendientes, que este sistema se vaya depurando con el tiempo y que pueda sentirme orgulloso algún día de la calidad de la enseñanza universitaria y de la formación de los alumnos. Hasta que llegue ese momento, Bolonía será conocida sobre todo por su “gran” plan.
¡Suerte!

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